Diplomáticos y funcionarios públicos de unos cien países han comenzado en la capital irlandesa, Dublín, las difíciles deliberaciones para alcanzar un tratado contra las llamadas "bombas de racimo". A iniciativa de Noruega, se inició en el 2006 un proceso de negociaciones (el Proceso de Oslo) dirigidas a instaurar una prohibición total o parcial de estas armas.
Esta "submunición" sigue cobrándose víctimas, sobre todo, entre la población civil. Se estima que en las últimas décadas al menos diez mil personas inocentes han muerto y muchas más han resultado mutiladas.
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